Las 11 mentiras del separatismo sobre la Diada que alimentan la farsa histórica del 11 de septiembre
El independentismo catalán celebra este 11 de septiembre, como todos los años, la fiesta de la Diada. Se conmemora la caída de Barcelona en poder de las tropas borbónicas en 1714. El separatismo encumbra la figura del ‘héroe nacional’ catalán Rafael Casanova y defiende que aquel día comenzó la ‘ocupación’ española de Cataluña, que hasta ese momento se había mantenido como un ‘estado independiente’. La primera democracia del mundo, sostienen. Pero el relato del nacionalismo se desmorona frente al de la historia: ni Cataluña era un estado ni fue una guerra por su independencia.
El imaginario separatista ha dado para mucho en la última década, la más agitada en cuanto al desafío independentista. Y las ideas y leyendas históricas que se han defendido en estos años son a cada cual más disparatada. Los historiadores catalanes ‘de carnet’ han defendido, por ejemplo, que el primer homínido del planeta, con una antigüedad de 450.000 años, fue hallado en una cueva del Rosellón francés. El primer protocatalán. También sostuvieron que los catalanes descubrieron América gracias a su ilustre ciudadano Cristòfol Colom, a quien la malvada Castilla rebautizó como Cristobal Colón para arrebatarle el mérito a la siempre odiada Cataluña. El Quijote se escribió en catalán originariamente -por el valenciano Miquel de Cervantes-, el Cid era en realidad catalán, o hasta Leonardo Da Vinci, cuyo escudo de armas era un claro guiño a Cataluña.
Todas esas demencias surgieron de la inspiración subvencionada a cargo del erario común, durante años, a entidades culturales de, cuanto menos, dudosa fiabilidad. Por ejemplo, el Instituto de Nueva Historia, una suerte de Academia de referencia para el catalanismo que reescribe el paso de los siglos al son que toca la Generalitat, y que alcanza su cenit cuando se habla del 11 de septiembre de 1714. El día que hoy se conoce -y festeja- como la Diada. La caída de Barcelona en manos de las tropas borbónicas de Felipe V y el fin de la ‘república’ catalana. El inicio, de otra manera, de la ‘ocupación’ española, relato que impulsó a partir del siglo XX el movimiento político Renaixença. En palabras del historiador Jorge Vilches, la Diada es «un claro ejemplo de manipulación histórica».
Estas son las 11 farsas históricas que repite cada Diada el separatismo para reescribir el pasado de Cataluña:
1. Un héroe nacional que era españolista
El separatismo ha encumbrado la figura histórica de Rafael Casanova como un luchador que estuvo al frente de la defensa de Barcelona. Un héroe nacional al que en todas las Diadas se homenajea con ofrendas florales como defensor de la ‘república’ catalana, pero que en realidad era un patriota español.
La historia recuerda que Casanova arengó a las tropas que defendían Barcelona a hacerlo, textualmente, para «salvar la libertad del Principado y de toda España, evitar la esclavitud que espera a los catalanes y al resto de los españoles bajo el dominio francés, derramar la sangre gloriosamente por el rey, por su honor, por la Patria y por la libertad de toda España». Así quedó escrito en el documento del bando de los Tres Comunes de Barcelona. Fue herido levemente en el asedio a Barcelona y consiguió escapar del cerco haciéndose el muerto.
2. Barcelona resistió, Cataluña no
La Diada no representa en sí misma la resistencia de toda Cataluña contra las tropas borbónicas, sino la de la ciudad de Barcelona. Mucho antes de ese 11 de septiembre ya habían rendido pleitesía y fidelidad a Felipe V otras ciudades catalanas como Tarragona, Camprodón, Ripoll, Solsona, Mataró o Vic. Ahora, los alcaldes y ediles independentistas de estas ciudades celebran una resistencia que no se dio realmente. Ciudades como Gerona o Lérida se enfrentaron al ejército aliado de Gran Bretaña y Austria. Lo mismo sucedió con Reus. Otras importantes ciudades catalanas se posicionaron a favor de los borbones como Cervera, Berga, Centelles, Ripoll o Manlleu.
3. Cataluña no buscaba su independencia
A comienzos del siglo XVIII, Cataluña no luchó por su independencia. Como muchas otras regiones de España se vio arrastrada a una guerra civil que se desató en la península tras la muerte del rey Carlos II en 1700, el último habsburgo fallecido sin descendencia. Esa muerte inició una guerra fratricida en la que el bando borbónico apoyaba a Felipe de Anjou y el bando austriacista al archiduque Carlos, segundo hijo del emperador Leopoldo. Cataluña se alineó con los perdedores, llegando a firmar incluso un pacto secreto en Génova con emisarios de la reina Ana de Inglaterra para que la ciudad condal se convirtiera en una base naval británica en el Mediterráneo.
4. No hubo sublevación contra Madrid
El separatismo relata la Diada como la culminación -en forma de derrota- de su desafío a Madrid. Pero lo cierto es que cuando en 1712 la Diputación de Barcelona planteó su reto al Rey de España, la Guerra de Sucesión ya había concluido. Incluso ya se habían redactado los tratados de paz mucho antes del asedio de Barcelona.
5. Fiesta creada hace un siglo
Una fecha supuestamente tan señalada como la que hoy celebra el separatismo es, en realidad, un invento moderno. La celebración tiene poco más de cien años de antigüedad, y fue agitada en los primeros años del siglo XX como una forma de sacudir emocionalmente a los catalanes en un momento político determinado, en pleno auge del catalanismo. En los dos siglos anteriores, la derrota de Barcelona nunca fue celebrada ni marcada en el calendario.
6. Sucesión, no secesión
El cambio de una sola letra manipula el concepto, el origen y las consecuencias de aquella guerra entre borbones y habsburgos con Barcelona como escenario. Lo que fue una clara guerra de sucesión, el separatismo lo ha convertido en una guerra de secesión.
7. No se laminó el catalán
El separatismo, en su ideario místico, asume que aquel 11 de septiembre de 1714 quedaron sepultados los símbolos identitarios de la nación catalana. Principalmente el catalán. En los Decretos de Nueva Planta firmados en 1716, Felipe V abolía las leyes propias desarrolladas en el Reino de Valencia, en el de Aragón y en el Principado de Cataluña. En esos decretos se instauró el castellano como lengua imperante en toda España, que hasta el momento había sido el latín. No el catalán, como repite sin fundamento el independentismo.
8. Un paso adelante, no atrás
El separatismo también sostiene que aquel fue el punto de inflexión para el derrumbe sociopolítico de Cataluña, descrita como una suerte de primer estado moderno y democrático del mundo. Nada más lejos de la realidad: las nuevas leyes que se introdujeron en Cataluña, procedentes de una ola reformista en Europa, desmantelaron las últimas estructuras de corte feudal que existían en Cataluña y ayudaron al despegue económico, demográfico e industrial que culminaría en el siglo XIX. Cataluña es hoy lo que es, en buena parte, por el impulso que recibió en ese siglo XVIII, cuando la Corona impuso un proteccionismo al comercio frente a las colonias de América.
9. Felipe malo, Carlos bueno
En la historia de la Diada, la inventada, se ha descrito a los bandos sobre los ejes del bien y del mal. Así, a Felipe V se le asocia a una dictadura invasora, malvada y antidemocrática, mientras que el contendiente Carlos de Austria es poco menos que un libertador. La realidad es que ambos bandos lucharon por una concepción política diferente en una guerra en la que no hubo «buenos» ni «malos». Conceptos simplistas para explicar una historia compleja.
10. Necesitaban una fecha
Para sustentar su idea de nación, los estados tienen una fecha señalada en su calendario para indicar su propio nacimiento. Una fecha que se celebra por todo lo alto, como el 4 de julio en Estados Unidos, el 14 de julio en Francia o el 14 de mayo en Israel. Días fundacionales. El separatismo eligió ese 11 de septiembre para tener una referencia nacional, pero la historia catalana, la auténtica, insiste en señalar el 23 de abril, San Jorge, como Día de Cataluña. Fecha transversal y apolítica que viene celebrándose desde el siglo XV.
11. Tres siglos de opresión
Pero lo que realmente subyace de todo el relato histórico manipulado en torno a la Diada es la idea, alimentada y difundida sin descanso por el independentismo, de que ese día 11 de septiembre se empiezan a contar los años en los que Cataluña vive bajo la opresión y ocupación española. Un régimen de esclavitud política que ha lastrado a la región durante 300 años ininterrumpidos, sostienen. La realidad es que, pese al descalabro económico que ha supuesto para Cataluña el desafío separatista en las últimas décadas, Cataluña fue una tierra mimada por gobernantes y regímenes durante esos tres siglos. Privilegios fiscales a las clases burguesas -las que impulsaron aquella rebelión contra Felipe V para no perderlos-, protección a una floreciente industria textil, o vertebración de Cataluña con el resto de España gracias a una red de comunicaciones que no llegó al resto del país hasta las últimas décadas del siglo XX. Una opresión que ya hubiesen querido hoy en día para sí mismas comunidades como, por ejemplo, Extremadura.